Circulo Sagrado de Mujeres.

A las mujeres, a lo femenino sin principio ni fin, a la unión de la mujer como ser único, cuyo círculo sirve de protección y al mismo tiempo, como liberación. Este es un llamado a formar un espacio de comunicación en la que el apoyo, la comprensión y hasta la complicidad son valores esenciales, sin dejar a un lado lo sutil, lo sensual y lo maternal. Un llamado a danzar nuestros procesos en el no tiempo.

lunes, marzo 12, 2012


Un mundo que muere, otro que nace. Por Patricia May

La intuición de que algo está ocurriendo, de que estamos en un tiempo inminente es algo característico de nuestros tiempos.

Lo vemos reflejado en los movimientos sociales a nivel mundial, en los seres humanos que, insatisfechos, buscan nuevas respuestas al vivir, en el cambio medioambiental, en las crisis económicas, en la caída de las instituciones tradicionales.

Suele haber una sensación doble, por un lado de derrumbe del mundo tal como lo hemos concebido y, por otro, de entusiasmo al percibir como surgen nuevas respuestas y posturas en todas las áreas del vivir: ciencia, tecnología, economía, política, educación, medio ambiente.

Algo parece estar llegando a su punto culminante, un mundo se muere y otro nace. Son tiempos confusos en que no es fácil distinguir hacia dónde van las cosas, y las miradas amplias que pueden ver el sentido de lo que está ocurriendo se vuelven vitales para orientar el vivir.

Se trata de un nuevo despliegue del proceso evolutivo que siempre, desde el inicio del universo, ha ido generando estados de creciente evolución; sólo que ahora, por primera vez, al menos en el planeta Tierra, hay un número crítico de seres humanos que se da cuenta de lo que está ocurriendo, que observa, a veces con gran inquietud y desasosiego, o directamente con miedo, la incertidumbre y la confusión de un momento en que el futuro cercano se vuelve imprevisible. Otros, más despiertos, no sólo observan sino que impulsan, se comprometen desde el núcleo de sí mismos a ser partícipes del cambio, a transformarse y transformar.

La conciencia despierta es la gran diferencia con otros tiempos, con otros pasos evolutivos, como el que hace 150.000 mil años nos elevó al nivel de homo sapiens y abrió un nuevo mundo de sentir estético, simbólico, ritual para las comunidades humanas, o la que hace 10.000 años nos hizo entrar al mundo de la razón, del tiempo, de la planificación, de la anticipación, del manejo del mundo natural y que permitió el brote del pensamiento abstracto, ciencias, artes, filosofías.

Esta vez la entrada al nuevo mundo requiere la transformación consciente de los seres humanos. Lo cual básicamente tiene que ver con abandonar la postura separatista, individualista, egoísta de personas y grupos para transitar hacia un vivir cimentado en la interdependencia planetaria y humana con énfasis en el bien común, en la ecología integral, en el aporte que cada uno hace al conjunto.

La mirada de un visionario
Teilhard de Chardin (1881-1955), sacerdote jesuita, paleontólogo y gran pensador del proceso evolutivo humano, habló con una claridad visionaria de este momento. Planteó que la humanidad, desde que surge hace unos 3 millones de años atrás, ha vivido un proceso de individualización, acrecentamiento de la autoconciencia, dispersión y separación.

En estos siglos estaríamos llegando a la máxima separatividad, con todo el dolor personal y social que ello conlleva: violencia, guerras, exclusión, inequidad, materialismo. Sin embargo, en ese punto de mayor desintegración, la conciencia humana despierta y comienza a caminar hacia la confluencia, hacia la conciencia de unidad, hacia el “Todos Nosotros”, hacia lo que hemos llamado Conciencia Planetaria.
En ese punto de mayor desintegración que hoy vivimos, la conciencia humana despierta y comienza a caminar hacia la confluencia, hacia la conciencia de unidad...

Un nuevo ser humano que se para en la única cima donde el espíritu encuentra descanso, donde se ve como fruto de un proceso evolutivo de miles de millones de años y vibra con la idea de ser un eslabón de la cadena evolutiva y con la contribución que hace a los que vienen; y, al mismo tiempo, se ve como un nodo en la red planetaria y universal, donde entiende que su vida tiene sentido en la medida que aporta al mundo.

Ello implica una nueva manera de pararse ante la vida, en que la persona integra su realización personal al bien común, donde vibra con el bienestar de todos, donde busca la máxima realización de sí para servir al medio.

Esta es la transformación vital de este momento: no sabemos las múltiples formas que esta nueva conciencia tomará en las distintas sociedades humanas, pero su núcleo tiene que ver con ser consciente de ser parte de una totalidad mayor y con el sentido de vivir entendido como algo que va mucho más allá de uno mismo, que sirve a todo y todos.

Etapas o eras evolutivas
De acuerdo a las sabidurías milenarias, la evolución, ya sea en los procesos individuales, sociales, planetarios o cósmicos, fluye cíclicamente a través de etapas o eras.

Cada una de estas tiene un propósito y un ciclo de enorme creatividad al comienzo, luego de estabilidad y concluye con una etapa de decadencia, estancamiento o saturación que lleva a su destrucción, y con el emerger de nueva etapa, más rica y compleja que integra a la anterior, pero al mismo tiempo trae cosas completamente nuevas, impensadas.

Los tiempos de cambio de etapa o era son inevitablemente críticos, confusos, impredecibles, caóticos y preñados de una gran creatividad: cosas nuevas que surgen, otras que mueren, energías entrantes y otras salientes que entran en conflicto. En eso estamos, movidos, sin poder entender qué está pasando, hacia dónde van las cosas. Y frente a esto hay dos posibles actitudes: dejarse aprisionar por el miedo a lo incierto, o conectarse con una actitud abierta, dispuesta a la transformación.

El miedo hace que cundan las ortodoxias, el aferramiento, la tensión por mantener todo controlado, la separatividad, la defensa del otro y finalmente, la violencia. El miedo trae gran sufrimiento personal y social. En cambio, el estado de centrada apertura permite que los nuevos aires entren y conduzcan en forma natural a las nuevas formas.

Grandes eras
Podríamos distinguir 3 grandes eras de cientos de miles de años, que a su vez se dividen en sub-eras de dos mil años, relacionadas con las dinámicas de los astros y las constelaciones.

Primera era
La primera gran era o etapa evolutiva tuvo como propósito asentar la existencia humana en un sentido físico o material. El gran desafío es la sobrevivencia y generar culturas materiales que permitan desenvolverse en los aspectos básicos de la vida. El ser humano liga su conciencia al cuerpo, sus ritmos y necesidades.
La expresión máxima de esta etapa, la práctica que legan los maestros de esa era a pequeños grupos de discípulos es aquella que hoy llamamos el conocimiento y dominio del cuerpo etérico, energía vital, pránica, chakras; la armonización entre vehículo físico y sutil que hoy se expresa en diversas prácticas bioenergéticas. Lo que antes fue el conocimiento de grandes iniciados hoy se integra a la vida corriente como una práctica de bienestar mínimo.

Segunda era
La segunda gran era tuvo como propósito la integración del aspecto emocional. Los grupos humanos viven desde el sentir, desde la conexión sensible con la naturaleza viva donde todo está interrelacionado, donde todo -montaña, río, bosque, piedra- es expresión de un espíritu viviente al que es preciso honrar y respetar para convivir pacíficamente. En esta etapa prevalece la mentalidad mágica y el o la gran artífice de la sanación y de la relación con el mundo sutil es el shamán. En el aspecto distorsionado de esta etapa, cunde el miedo, la manipulación de las fuerzas con fines egoístas, lo que hoy llamamos el mal de ojo o las prácticas de magia negra.
La expansión del sentimiento de unidad fue la expresión máxima de esta etapa, el sentir de la unidad, el sentimiento cósmico reflejado en la arquitectura, la sanación con aromas, colores, plantas, cristales.

Tercera era
La tercera era, en la que estamos, involucra el desarrollo de la mente y podríamos decir que hemos atravesado la primera etapa de ésta con el desarrollo de la razón, la lógica, el pensamiento analítico. Se abre hace unos 10.000 años, con la domesticación de plantas y animales, cuando las comunidades humanas se sedentarizan, aumenta la población y comienzan a vivir desde organizaciones sociales complejas en las que es preciso planificar, controlar, segmentar, especializar. Estamos en la culminación y sobresaturación de la era de la razón y transitando hacia la segunda etapa de esta era, que es la integración de la mente inclusiva, sintética, sistémica, intuitiva, telepática, que ve lo que une por sobre lo que separa.

Sub-era de Piscis a Acuario
Al mismo tiempo, estamos transitando de la era astrológica de Piscis a la de Acuario, lo cual implica un cambio de dinámicas, de las piscianas -centradas en la emoción, en el valor del sacrificio, del dolor, del abandono del mundo material- para ir a lo espiritual, a las acuarianas, centradas en la mente creativa, en la integración del cuerpo y el espíritu, en la fraternidad mundial, en las redes, en el entender lo espiritual como algo que se vive en lo cotidiano, en cosas concretas como la alimentación, la empresa, la educación, la salud. Confluye un cambio de sub-era con el tránsito hacia la segunda mitad de la Gran Era; por eso el momento es tan potente y confuso.

Las dos caras de la evolución: materia y conciencia
En los procesos evolutivos se trenzan dos aspectos que en su devenir se estimulan mutuamente: el aspecto material y el aspecto conciencia.

En el aspecto material, la evolución del universo y el planeta involucra un ascenso en la complejidad física, biológica desde el universo inorganizado a átomos, moléculas, células, multicelulares, sistema inmunológico, endocrino, nervioso, cerebro.

En el aspecto conciencia, implica procesos de expansión, fundamentalmente desde el yo al nosotros, al todos nosotros, así como la conexión con los niveles más profundos del Ser o el Alma.
Estos dos aspectos están transformándose radicalmente en estos tiempos; el material, ya no en un sentido estructural, sino que más sutil, vibratorio, involucrando al sistema nervioso, al cerebro y al código genético. La conciencia, hacia la visión de la humanidad como un Gran Ser compuesto por cada uno de nosotros, lo que involucra cambios personales, crisis de sentido, nuevas inspiraciones y cambios culturales, de valores y maneras de entender la realidad.

Por otra parte, en la cara concreta todo esto va acompañado de un cambio en la tecnología, en este caso las tecnologías de conexión e información que entraman al planeta y democratizan la información para hacer de la humanidad una gran conciencia.

El proceso es integral, todo se conjuga en este despertar radiante, desde las crisis económicas, políticas, religiosas al tránsito del sistema solar y el acrecentado flujo de las energías que vienen del centro de la galaxia, la actividad solar, el magnetismo terrestre, el clima, las mareas, las placas continentales.

Una acrecentada energía que cambia nuestro cuerpo, que nos lleva a ser más sensibles de su vibración, más conectados al entorno, más conscientes de que somos en un mar vibrante, de que estamos interconectados por sutiles lazos a toda la existencia, lo cual al mismo tiempo acrecienta la conciencia de unidad. Así mismo, comenzamos a diluir el grueso muro que ha separado a las dimensiones sutiles de las físicas y nos vamos haciendo más telepáticos, más perceptivos de los mundos intangibles donde moran los que han partido de este plano y otros seres, como nuestros guías y ángeles guardianes.

Este proceso requiere una adecuación y por ello la práctica bioenergética – yoga, tai chi u otras- se vuelve fundamental.

Esta sutilización física nutre la expansión de conciencia y viceversa, sentimos y vemos la unidad y nos hacemos conscientes que mi acción diaria, mi pensamiento está afectando a todo el tejido viviente.

Virtudes a cultivar en estos tiempos
Estamos transitando; aún no muere el viejo orden y no está establecido el nuevo; son tierras medias donde se requiere del cultivo de algunas virtudes.
Contacto con la conciencia serena, a través de prácticas meditativas. La experiencia interior que nos da la certeza de que en el fondo de nosotros hay un espacio de luz, potencia, creatividad que nada puede tocar, que permanece en el éxito y el fracaso, en ganar o perder, acá o allá, que como dice el Bhagavad Gita, “el fuego no puede quemar ni el agua humedecer ni el viento marchitar…” Esto es un gran tesoro en tiempos críticos.

El desapego para permitir el cambio de las formas sin perder el centro.
La confianza radical que no es la confianza ingenua de que todo va a ocurrir de acuerdo a nuestros deseos o comodidad, que tampoco es resignación, sino la profunda comprensión que los cambios y movimientos de la vida tienen un sentido, aun cuando en el momento no los podamos entender.
Alegría como un estado de la mente, más allá de las circunstancias.
Creatividad para dar forma a las inspiraciones y motivaciones internas.
Inteligencia emocional para empatizar, relacionarnos, generar y participar de redes.
Inteligencia espiritual para ver el Sentido.

domingo, marzo 11, 2012

Cada momento es un regalo

Cada momento es un regalo

Cada mañana es un gran presente para que nos abramos un cielo azul envuelto con el moño rosado del atardecer.
Cada día es una flor desplegando su belleza, desparramando su perfume a través del jardín de la vida.
Cada relación es una cueva hermosa y misteriosa para ser explorada
Descubriendo el grabado del pasado sobre las paredes y el fuego flameante del nuevo amor encendido en el interior.
Todo es nuestro para abrir y explorar.
Con cada momento que pasa, surge una nueva posibilidad, en infinita variedad.
Las oportunidades destellan a nuestro alrededor, como diamantes en el paso.
Está todo allí.
Es todo nuestro.
Yo estoy llena de fe,
Yo creo en mí misma y en todo lo que soy y me amo por completo.
Yo sé que soy fuerte y capaz.
Yo sé y puedo manejar cualquier cosa que la vida me presente.
Estoy rodeada de ayuda a cada giro y puedo siempre buscar y recibir guía.
Yo estoy profundamente amada y valorada
Yo abro el mundo alrededor mío, proveniente de este centro de fe, este centro de amor.
Yo veo las posibilidades que brillan alrededor mío y respiro con coraje, el coraje para abrirme ante nuevas cosas, de arriesgarme viviendo mi verdad, de actuar en plena conexión con lo que es.
Abrámonos a ello.
Quitemos las nubes de confusión y duda y llenémonos con fe.
Quitemos la oscuridad del temor y llenémonos con amor brillante.
Está todo allí.
Hoy me permito soñar lo que quiero, lo plasmo y le pongo la intención para que se manifieste
Nuestro mundo es el espejo de nuestras creencias.
Me animo a crear cosas nuevas, me atrevo a crear instancias nuevas en mi vida para generar nuestras realidades.
Generamos los estados y creamos la realidad en la que queremos estar

CREAR- HACER- PROBAR- PRACTICAR-EJECUTAR

Con amor y admiración de mi Ser Mujer a tú Ser Mujer, en el día de Mujer, hoy, ayer, mañana y siempre