Circulo Sagrado de Mujeres.

A las mujeres, a lo femenino sin principio ni fin, a la unión de la mujer como ser único, cuyo círculo sirve de protección y al mismo tiempo, como liberación. Este es un llamado a formar un espacio de comunicación en la que el apoyo, la comprensión y hasta la complicidad son valores esenciales, sin dejar a un lado lo sutil, lo sensual y lo maternal. Un llamado a danzar nuestros procesos en el no tiempo.

martes, noviembre 23, 2010

Los miedos universales.

Los miedos Universales




¿Cuál es el patrón que nos mantiene atados?


¿Qué es lo que no nos deja movernos y nos detiene? A casi todos, en algún momento, el miedo nos ha paralizado o nos ha hecho actuar de una manera sorpresiva, tan sorpresiva que nos preguntamos por qué actuamos así.
Cuando el miedo nos ataca, nos invade, no podemos pensar ni analizar objetivamente qué está sucediendo y todo lo vemos a través del cristal del miedo. Las cosas aparentan ser más grandes y dolorosas de lo que en realidad son.
Usualmente tenemos grabado en nuestra mente patrones negativos que en muchas ocasiones vienen de nuestra niñez. Ejemplo de esto es el maltrato, tanto el físico como el emocional. Muchas veces nos preguntamos por qué una persona se somete a una situación así, la respuesta es: por miedo. Miedo a estar sola (o solo). A veces el miedo es tan imperceptible que ni lo notamos. Es algo que va más allá de nuestro entendimiento y que todos una que otra vez lo hemos experimentado.
Cuando estamos sometidos a situaciones de mucho reto y dolor, los sentimientos de miedo y soledad arremeten contra nuestra entereza y solidez.


Existen tres miedos universales, que todos en alguna ocasión hemos experimentado.
El primero es el miedo a la separación y al abandono. Siempre nos estamos preguntando quiénes somos, de dónde venimos, para qué estamos en este planeta. Cuál es nuestro propósito en la vida. Estas preguntas aumentan nuestro sentido de aislamiento y sentimos que estamos solos en este Universo. Cuando no estamos claros de quiénes somos, estamos dudando de que existe una fuerza mayor a nosotros, es por eso el sentimiento de separación y abandono.
El segundo miedo es “no soy lo suficientemente buena (o)”. Dentro de casi cada uno de nosotros, y en todas las culturas, hay un sentimiento de no ser merecedores de lo mejor. De que nuestras aportaciones a nuestra familia, trabajo, a nuestros vecinos y al mundo no son valoradas. Dentro de cada uno de nosotros hay un deseo de hacer grandes contribuciones a la humanidad y queremos trabajar por la paz y por el bienestar del mundo. Sin embargo nuestro miedo nos paraliza y no nos deja realizar lo que anhelamos.
El tercer miedo es la falta de confianza en la Divinidad, en los demás y en nosotros. Hay un sentimiento en nuestro interior que no nos deja confiar. Hemos pasado experiencias difíciles, desilusiones y dolor, esto nos ha llevado a desconfiar hasta de nosotros mismos dudando de nuestras acciones y decisiones. Si no confiamos en nosotros, ¿cómo podemos confiar en los demás y en Dios? Si queremos que algo cambie, debemos confiar en la Divina presencia de Dios en nuestras vidas y cambiar nuestras creencias. Si entendemos que no valemos, eso se manifestará en nuestras vidas atrayendo personas y situaciones que validen esa creencia.
¿Qué herramientas podemos utilizar para liberarnos del miedo?


Una de las más recomendadas es la meditación y la práctica espiritual.


Utiliza la herramienta que hayas aprendido en tu camino espiritual, cualquiera que sea el que hayas escogido, todas son buenas, pues mueven y aumentan la energía que te va a ayudar a atraer a tu vida nuevas y mejores experiencias.
La meditación junto a la visualización y las afirmaciones te dan la ayuda necesaria para sobrepasar la resistencia que tal vez tengas de cambiar tu vida. Cuando el miedo nos paraliza, no queremos tomar acción pues equivocadamente pensamos que es mejor quedarnos como estamos que trabajar con nuestro cambio.
Todos podemos vivir una vida sin temor, sin miedo, esto no quiere decir que no lo vayamos a sentir, sino que, aún sintiéndolo, hagamos lo que es correcto hacer y lo que es mejor para nosotros y todos a nuestro alrededor, es ver las crisis como una oportunidad y utilizar los retos que se nos presentan para nuestro crecimiento espiritual y para nuestro mayor bien.
Medita, afirma, visualízate soltando los miedos. Eres más que triunfador(a) y no hay nada que impida lo que quieres alcanzar, excepto tu misma(o).

lunes, noviembre 01, 2010

La verdad interior.

La verdad no se encuentra adoptando ciertas creencias o condicionamientos sociales. Es la voz silenciosa del corazón que responde a lo que es con claridad desapegada, no afectada por el sentimentalismo; una voz que siempre está disponible, pero que, a menudo, es ignorada. Se experimenta como un saber intuitivo que ve el trasfondo de los problemas, los bloqueos y las barreras urdidos por la actitud de obsesionarse por lograr y conseguir. No necesita apoyo o aprobación. Cuando somos lo suficientemente humildes para respetar la integridad de la voz interna y prestar atención a su guía, el efecto es transformador.

La voz interna es la voz de nuestra propia consciencia que es serena y extensa, y nunca distorsiona. Se basa en el reconocimiento de que el amor es nuestra realidad esencial,  y que negar el amor es la fuente de toda ilusión, dolor y sufrimiento. Es la llama fresca de la conciencia que preserva eternamente nuestro derecho básico: la experiencia de la paz interior.

Recordar que nuestras percepciones e interpretaciones están coloreadas por nuestro estado de ánimo no sólo vierte nueva luz sobre lo que llamas realidad, sino que también nos ayudará a asumir una mayor responsabilidad por nuestros pensamientos y actos. Ese estado de ánimo puede ser cambiante y transitorio y, cuando lo es, no es la verdad.

La verdad es eterna e invariable; nunca envejece; trasciende las limitaciones del tiempo y del espacio. Las preocupaciones e inquietudes de la mente ordinaria sirven casi siempre para sustentar al ego y sus ilusiones. En otras palabras, nuestros pensamientos crean, en parte, nuestra experiencia. Tanto el cielo como el infierno son semillas en la mente a la espera de que los hagamos realidad pensando.

Si la verdad interior nos interesa más que aferrarnos a alguna creencia acerca de la verdad, es sensato recordar que el ego es el embaucador supremo. Hará cualquier cosa para mantenernos absortos en sus ficciones, siempre y cuando estemos dispuestos a jugar su juego. Sin embargo, una vez que realmente nos hartamos  y empezamos a cuestionar qué hay detrás de la realidad aparente de nuestra vida, entramos en un territorio totalmente nuevo; en términos espirituales, esto se conoce como «estar en el camino». Recorrer el camino es un viaje que dura toda la vida y lleva hacia dentro, hacia la armonización con la verdad interior.

Todos los humanos somos incitados por los mismos anhelos, esperanzas y miedos, y estamos íntimamente unidos como hermanos y hermanas, por encima del color de nuestra piel, nuestra afiliación espiritual o el país en que vivimos. Compartimos intrínsecamente el mismo potencial para la realización. Somos uno, igual que la verdad es una. La verdad interior de cada ser sobrevive a pesar de nuestra ignorancia, perdura más allá de nuestros actos ocasionales de inmadurez egoísta y nos sustenta la reconozcamos o no. Aceptar eso, y conmoverse ante el reflejo de la verdad en otros, es liberador.
En última instancia, la experiencia de La Verdad Interior está en nuestra actitud. No es un tema de debate, sino un conocimiento profundo que forma parte de nuestro fundamento. Si es una fuente de dudas, no lo hemos entendido en absoluto.

No demos por hecho que cualquier voz interior que podamos estar oyendo es realmente la nuestra. La mayoría de nosotros tiene toda una multitud de voces dentro, desde las de nuestros padres hasta las de nuestros compañeros de trabajo y amigos. Oír nuestra propia voz interior requiere un oído afinado con precisión, y la voluntad de descartar incluso lo que aparentemente parece un buen consejo si no surge directamente de nuestra propia experiencia. Pongamos manos a la obra como si nuestra vida dependiera de ello. En el ámbito espiritual, es así realmente.

Vivir una vida dictada, por la verdad significa vivir con confianza, sabiendo intuitivamente que cada paso del camino se vuelve claro cuando llega el momento apropiado. Confiar en el milagro del amor puede liberarnos del miedo y, a su vez, liberar también a los que nos rodean. Nuestra vida es verdaderamente dichosa ahora mismo. Aprecia el momento y permite que el tesoro se expanda a otros a través de nuestras manos abiertas.

Cuando buscamos guía, aprobación o aceptación fuera de nosotros, nos ponemos en situación de, en el mejor de los casos, estar muy confusos, o incluso en guerra con lo que sabemos que es verdad. ¿Crees que esas personas de la audiencia de los programas de la televisión en directo que aplauden y animan cuando se lo indican con carteles lo hacen sinceramente? Es hora de cerrar los ojos a todas las indicaciones externas y buscar lo que nos hace aplaudir y animar desde dentro. No es demasiado tarde para rescatarnos a nosotros mismos de ser arrastrados en todos nuestros altibajos; a menos, claro, que ésa sea nuestra idea de un buen entretenimiento.

A veces, el entendimiento que obtenemos poniéndonos en contacto con nuestra verdad interna puede llevarnos en direcciones que no habíamos anticipado. Si es un curso de acción que expanden nuestros horizontes y nos ofrece oportunidades para alcanzar una mayor comprensión, síguelo.

Como un espejo, somos capaces de reflejar simplemente lo que hay, sin juzgarlo o distorsionar las imágenes con ideas preconcebidas acerca de cómo deberían ser las cosas.

Pensar en cosas pasadas o proyectar sueños en el futuro es la manera más segura de escapar del ahora. Puede que sea hora de recordarte a ti mismo que el único viaje real es de aquí a aquí. Pongamos nuestra atención donde estén nuestros pies y esmerémonos por permanecer conectado a ellos.

María Inés