Esperanza Creativa-
El calentamiento global, la crisis ecológica es uno de los primeros temas que están en todas partes. Quizás por primera vez los indios, franceses, guatemaltecos y chilenos estén con las mismas inquietudes y temas de conversación. Probablemente por primera vez estamos con una emoción planetaria respecto del futuro, con aprensiones y temores semejantes, más allá de las fronteras, razas y el PIB de los países.
Esto, que tiene un lado funesto si nos dejamos llevar por la desesperanza, está al mismo tiempo despertando a las conciencias, haciendo que nos demos cuenta de que somos uno, que no hay posibilidad de gestar bien solamente para algunos, que nuestra Tierra es una sola y que sólo remando en el mismo sentido lograremos salir adelante.
Esta sensación de vulnerabilidad general puede constituir la situación necesaria para recibir la gran lección y experiencia de que sólo uniéndonos en soluciones creativas en bien de todos podremos abrir un mundo luminoso para nuestros hijos y los hijos de sus hijos. Estamos aterrizando la idea de que pertenecemos a un planeta sin fronteras, que ellas son una ilusión, algo práctico, pero ficticio.
Sin embargo, el sabernos en tina crisis global que amenaza la supervivencia tiene también una faz extremadamente delicada si es que nos dejarnos invadir por el miedo, que nos lleve a paralizarnos, a entrar en una angustia desesperanzada respecto del futuro, en una idea de que ya no hay nada que hacer y que lo único que queda es tomar medidas para protegerse a cualquier costo, sin importar los demás, o tener una visión catastrófica que cierre todo camino a la proactividad, a la acción mancomunada para sacar las cosas adelante.
El estar tan conectados e informados nos lleva a ser conscientes de los males del mundo y una sensación de amenaza por la violencia, por la agresividad en las ciudades, por la contaminación, por las diferencias entre ricos y pobres, por las inmigraciones, por las guerras y conflictos, por la volatilidad e inestabilidad de los mercados que se están posesionando de la mente humana; esto no trae nada bueno. Si nos encontramos perdidos y amenazados por la tormenta en medio de un bosque no sirve aterrarse, ni dejarse invadir por el temor, ni pensar que ya no hay nada que hacer y llenarse de ideas funestas; lo único que sirve es unirse en la profunda certeza de que siempre hay una salida y en claridad buscar la mejor manera de proceder unidos en el momento.
La esperanza creativa es un gran recurso en estos tiempos y es lo que nos abrirá el camino para hacer de esta crisis mundial algo que nos lleve a gestar una humanidad más consciente que viva en paz y armonía con la naturaleza, que entienda que su bien y el bien del planeta son uno solo, que no se puede depredar, abusar, que el amor y el respeto a todo ser es la única manera de generar una vida digna y plena para todos.
En nada ayudan los presagios funestos, el aterrarse con una posible debacle mundial; en realidad, nadie sabe lo que ocurrirá, estén todos los caminos abiertos y las cosas dependen en gran parte de todos nosotros. Si somos capaces de visualizar un mundo mejor, si podemos mantener la mente y el corazón en luz, si gestarnos uniones creativas con otros para participar en las redes de personas, que cada día aportan en todas las áreas del vivir por un mundo mejor, estamos dando un grano de arena por un mundo luminoso.
Esto, que tiene un lado funesto si nos dejamos llevar por la desesperanza, está al mismo tiempo despertando a las conciencias, haciendo que nos demos cuenta de que somos uno, que no hay posibilidad de gestar bien solamente para algunos, que nuestra Tierra es una sola y que sólo remando en el mismo sentido lograremos salir adelante.
Esta sensación de vulnerabilidad general puede constituir la situación necesaria para recibir la gran lección y experiencia de que sólo uniéndonos en soluciones creativas en bien de todos podremos abrir un mundo luminoso para nuestros hijos y los hijos de sus hijos. Estamos aterrizando la idea de que pertenecemos a un planeta sin fronteras, que ellas son una ilusión, algo práctico, pero ficticio.
Sin embargo, el sabernos en tina crisis global que amenaza la supervivencia tiene también una faz extremadamente delicada si es que nos dejarnos invadir por el miedo, que nos lleve a paralizarnos, a entrar en una angustia desesperanzada respecto del futuro, en una idea de que ya no hay nada que hacer y que lo único que queda es tomar medidas para protegerse a cualquier costo, sin importar los demás, o tener una visión catastrófica que cierre todo camino a la proactividad, a la acción mancomunada para sacar las cosas adelante.
El estar tan conectados e informados nos lleva a ser conscientes de los males del mundo y una sensación de amenaza por la violencia, por la agresividad en las ciudades, por la contaminación, por las diferencias entre ricos y pobres, por las inmigraciones, por las guerras y conflictos, por la volatilidad e inestabilidad de los mercados que se están posesionando de la mente humana; esto no trae nada bueno. Si nos encontramos perdidos y amenazados por la tormenta en medio de un bosque no sirve aterrarse, ni dejarse invadir por el temor, ni pensar que ya no hay nada que hacer y llenarse de ideas funestas; lo único que sirve es unirse en la profunda certeza de que siempre hay una salida y en claridad buscar la mejor manera de proceder unidos en el momento.
La esperanza creativa es un gran recurso en estos tiempos y es lo que nos abrirá el camino para hacer de esta crisis mundial algo que nos lleve a gestar una humanidad más consciente que viva en paz y armonía con la naturaleza, que entienda que su bien y el bien del planeta son uno solo, que no se puede depredar, abusar, que el amor y el respeto a todo ser es la única manera de generar una vida digna y plena para todos.
En nada ayudan los presagios funestos, el aterrarse con una posible debacle mundial; en realidad, nadie sabe lo que ocurrirá, estén todos los caminos abiertos y las cosas dependen en gran parte de todos nosotros. Si somos capaces de visualizar un mundo mejor, si podemos mantener la mente y el corazón en luz, si gestarnos uniones creativas con otros para participar en las redes de personas, que cada día aportan en todas las áreas del vivir por un mundo mejor, estamos dando un grano de arena por un mundo luminoso.
Patricia May
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